Se trata de una parte de la histórica asignación extra de US$ 650.000 millones en DEG para contener la crisis económica por la pandemia.
El Fondo Monetario Internacional comenzó a distribuir este lunes una histórica asignación extra de US$ 650.000 millones en Derechos Especiales de Giro (DEG) entre sus países miembros, una medida pensada para contener la crisis económica mundial por la pandemia y que brindará un gran alivio para la Argentina porque recibirá dinero fresco equivalente a unos US$ 4.350 millones.
La iniciativa, dijo la directora gerente Kristalina Georgieva en un comunicado difundido este lunes, significa “una vacuna en el brazo para el mundo y, si se usa sabiamente, una oportunidad única para combatir esta crisis sin precedentes”.
Sin bien el Fondo explica que las partidas pueden ser usadas “libremente” por los países, en una nota aparte donde se detalla la asignación advierte que estos nuevos recursos deben ser utilizados por los países de manera “coherente con la sostenibilidad macroeconómica y de forma transparente”, y señala que no deben “retrasar los ajustes macroeconómicos, las reformas y la reestructuración de la deuda necesarios, ni prolonguen las políticas macroeconómicas insostenibles”.
El monto que recibe cada país es en función de su cuota. La mayor parte de la asignación iría a los países avanzados, mientras que los emergentes y en desarrollo recibirían un 42%. Con un 0,67% de cuota en el organismo, a la Argentina le corresponden US$ 4.355 millones.
“La asignación de DEG proveerá liquidez adicional al sistema económico global, suplementando las reservas de los países en moneda extranjera y reduciendo la dependencia de una deuda interna o externa más cara. Los países pueden utilizar el espacio proporcionado por la asignación de DEG para apoyar sus economías e intensificar su lucha contra la crisis”, dijo Georgieva.
La jefa del Fondo señaló que, dado que los DEG serán distribuidos entre los países en forma proporcional a la cuota parte en el organismo, cerca de US$275.000 millones irán a países emergentes y en desarrollo, mientras que los países de bajos ingresos recibirán unos US$21.000 millones.
Cerca de US$275.000 millones irán a países emergentes y en desarrollo
Estas sumas extra, dice Georgieva, “son un recurso valioso y la decisión de cómo usarlos mejor queda en manos de nuestros países miembros”. Sin embargo, la jefa del Fondo advierte que “esas decisiones deberían ser prudentes y bien informadas”. Ayer, en un tuit, había señalado que deberían ser utilizados “de manera responsable y sabia”.
El Fondo seguirá de cerca el uso de esos recursos y buscará asegurarse que no se deriven a destinos fuera del objetivo. “Para apoyar a los países, y ayudar a asegurar transparencia y rendición de cuentas, el FMI provee un marco para evaluar las implicaciones macroeconómicas de la nueva asignación, su tratamiento estadístico y gobernanza, y cómo podría afectar la sostenibilidad de la deuda”, señaló Georgieva. Y agregó que habrá un informe de seguimiento sobre el uso de los DEG dentro de dos años.
El Gobierno ya decidió que una gran parte de lo que recibirá del Fondo será destinado este año para cancelar vencimientos de la deuda con el propio FMI por unos US$ 3.600 millones en cuotas de US$ 1.800 millones que vencen en septiembre y diciembre. También servirá para calmar las presiones cambiarias en momentos de incertidumbre preelectoral.
El Fondo también busca que los países más ricos (que dada su cuota parte serán los que más dinero reciban) cedan su parte a los más pobres. Argentina promueve esta idea pero busca ampliarla: quiere que las naciones con economías más sólidas ayuden además a los países de ingreso medio, como el nuestro. El organismo parece estar, al menos por ahora, solo buscando apuntalar a los países más pobres.
“El FMI está alentando la canalización voluntaria de algunos DEG desde los países con posiciones externas sólidas a los países más necesitados”, dijo Georgieva, y señaló que “en los últimos 16 meses, algunos miembros ya se han comprometido a prestar US$ 24.000 millones, incluidos US$ 15.000 millones de sus DEG existentes, al Fondo Fiduciario para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza del FMI, que otorga préstamos en condiciones favorables a países de bajo ingreso. Esto es sólo un comienzo, y el FMI seguirá trabajando con nuestros países miembros para aprovechar este esfuerzo”, dijo.
“El FMI también está colaborando con sus países miembros en la posibilidad de crear un nuevo Fondo Fiduciario para la Resiliencia y la Sostenibilidad, que podría utilizar los DEG canalizados para ayudar a los países más vulnerables con la transformación estructural, incluida la lucha contra los desafíos relacionados con el clima. Otra posibilidad podría ser canalizar los DEG para apoyar los préstamos de los bancos multilaterales de desarrollo”.